El calcio es un macroelemento que interviene en la formación de tejido óseo y la coagulación sanguínea, y es necesario para mantener estable la actividad cardíaca y la transmisión del impulso nervioso. Mejora la contracción muscular en casos de distrofia muscular y miastenia, y reduce la permeabilidad vascular. Administrado por vía intravenosa, el calcio estimula el sistema nervioso simpático y aumenta la secreción de adrenalina por las glándulas suprarrenales; posee un efecto diurético moderado.

Hipofunción de las glándulas paratiroides: tetania latente, osteoporosis. Trastornos del metabolismo de la vitamina D: raquitismo (espasmofilia, osteomalacia), hiperfosfatemia en pacientes con insuficiencia renal crónica. Aumento de las necesidades de calcio: embarazo, lactancia, período de crecimiento intensivo. Aumento de la excreción de calcio: reposo prolongado en cama, diarrea crónica, hipocalcemia secundaria por uso prolongado de antiepilépticos y glucocorticosteroides. Enfermedades alérgicas: urticaria, prurito, dermatosis pruriginosas. Intoxicación con sales de Mg₂₄, ácidos oxálico y fluorórico y sus sales solubles (al interactuar con gluconato de calcio, se forman oxalato de calcio y fluoruro de calcio insolubles y no tóxicos). Forma hipercalémica de mioplejía proximal.

Vía oral, antes de las comidas o entre 1 y 1,5 horas después de la toma (con leche). Adultos: 1-3 g, 2-3 veces al día. Niños: hasta 1 año: 0,5 g; 2-4 años: 1 g; 5-6 años: 1-1,5 g; 7-9 años: 1,5-2 g; 10-14 años: 2-3 g. Frecuencia de administración: 2-3 veces al día.